El diente fiero cuelga de la lengua
y estigmatiza la piel próxima
con su caricia de cuero.
El calor de la sangre
se agolpa en las mejillas y un hambre roedora,
rompe los rojos manantiales.
Se ama con prisa, con crueldad,
poseyendo cuerpo y alma
entre el orgasmo y el dolor.
Escrito en 1998 por Eduardo Luis Diaz Expósito."zuhaitz".
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